Por: Armando Olivero/ Analista Legal
RD..La confesión de la embajadora Leah Francis Campos ha confirmado lo que la ciudadanía temía: la política migratoria dominicana fue dictada desde Washington con un objetivo que, según analistas, buscaba alterar la composición demográfica y socavar la soberanía nacional.
La República Dominicana, país que libra una batalla existencial por su identidad en la isla, se encuentra bajo la mira de una crisis de soberanía sin precedentes. Una reciente y sorprendente confesión de la embajadora de Estados Unidos, Leah Francis Campos, ha abierto la caja de Pandora, revelando la mecánica de coacción empleada por la pasada administración demócrata de Joe Biden.
La diplomática admitió sin ambages que se ejerció una «presión permanente» sobre el Gobierno dominicano con un objetivo claro: mantener abierta la porosa frontera con Haití. El resultado no fue una casualidad, sino la facilitación de la entrada masiva de haitianos, lo que ha sido interpretado por amplios sectores como un plan deliberado de la izquierda demócrata para forzar la «haitianización» de la República Dominicana. Este acto no solo es una injerencia, sino la evidencia de que decisiones fundamentales del país fueron impuestas, confirmando un patrón de tutelaje geopolítico.
1. Frontera y Tutelaje: La Confesión del Plan y la Denuncia Republicana
La rendición dominicana ante la presión estadounidense es el punto de partida de un análisis más profundo.
La Coerción Demócrata: La embajadora Campos, al tiempo que reconocía que la inestabilidad de Haití representaba un «riesgo para la seguridad de la República Dominicana», exigió una política que maximizaba dicho riesgo. La sumisión del Estado dominicano a esta directriz se interpreta como el acatamiento de una orden explícita que prioriza los intereses ideológicos de Washington por encima de la supervivencia nacional.
La Acusación de Marco Rubio: Esta presión fue denunciada previamente por voces críticas dentro del propio sistema estadounidense. El Senador republicano Marco Rubio se pronunció enérgicamente, afirmando que «no se le puede exigir a República Dominicana aceptar una ola masiva de migración» y que el país «está enfrentando ya una presión migratoria de Haití masiva, que ningún país puede asumir». La posición de Rubio subraya el carácter anómalo e injusto de la política impuesta por la administración Biden.
La frontera, que debería ser el escudo de la nación, se convirtió en el instrumento principal de la agenda externa.
2. La Financiación Operativa del Plan y la Complicidad Interna
Este plan externo no habría podido prosperar sin la activa complicidad de la clase política y la oligarquía interna. La agenda de «haitianización» utiliza múltiples vectores de penetración:
A. Fondos de Activismo Global: Soros, ACNUR, USAID y Fundaciones
Los tentáculos financieros que operan la agenda de migración descontrolada provienen de actores globales con un claro sesgo ideológico, cuyos recursos son canalizados para desarticular los controles fronterizos y legales:
George Soros y Open Society Foundations (OSF): Las fundaciones del magnate George Soros son señaladas como un motor clave. A través de Open Society Foundations (OSF) y sus colaboradores, se destinan fondos para el «apoyo a la sociedad civil haitiana» y para programas de salud y derechos de migrantes y refugiados en la región. Estos fondos financian el activismo legal y la infraestructura de apoyo que constantemente judicializa las políticas de control migratorio dominicano.
ACNUR y la Presión Humanitaria: La Agencia de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), junto a otros organismos, participa en el continuo requerimiento de millones de dólares para la asistencia e integración socioeconómica de migrantes en América Latina y el Caribe, incluyendo la RD. Esta presión humanitaria global es instrumentalizada para forzar la adopción de políticas de fronteras blandas.
USAID y la Crisis Hospitalaria: La USAID y una red de fundaciones nacionales e internacionales completan el cerco financiero. Su apoyo directo se enfoca en el sector salud, canalizando recursos y asistencia específicamente para parturientas haitianas. Este flujo de asistencia ha generado una crisis hospitalaria, al punto de desplazar a las mujeres dominicanas en los hospitales públicos, demostrando cómo la financiación externa se utiliza para desbordar los servicios sociales básicos del país.
B. El Beneficio Oligárquico y Político
La agenda se completa con la complicidad de las élites locales, que anteponen el beneficio económico o la aprobación internacional a la defensa nacional:
Intereses Empresariales sobre la Nación: La propuesta de líderes como el expresidente Hipólito Mejía de legalizar la mano de obra haitiana en construcción y agricultura no es un gesto humanitario, sino un servicio directo a los empresarios dominicanos que buscan abaratar costos laborales.
Neutralización Diplomática: La controvertida designación de un nacional haitiano para representar a la República Dominicana ante un organismo de la ONU por el canciller Roberto Álvarez es vista como un movimiento más dentro de esta agenda de sumisión, normalizando y validando la penetración externa.
Penetración Geopolítica y Cultural: Sectores de seguridad denuncian que la presión fronteriza esconde agendas más profundas, como la promoción del Islam a través de Haití, ejemplificada en la planeada construcción de la mezquita más grande del Caribe.
Conclusión: Urge Desmantelar el Plan
La «Confesión de la Embajadora Campos» es la prueba irrefutable de un plan que buscaba desbordar las fronteras dominicanas utilizando la presión demócrata de Biden y los fondos de activismo global como mecanismos. La República Dominicana se encuentra en la encrucijada: o su clase política se desliga de las directrices de la izquierda demócrata y sus aliados oligárquicos, o el país corre el riesgo de que la «haitianización» forzada, temida por la ciudadanía, se convierta en una realidad irreversible. La soberanía no se suplica; se ejerce. Es tiempo de que el liderazgo dominicano elija el proyecto nacional por encima de la obediencia.
