¿Por qué necesitamos recuperar el temor a Dios? La clave para una sociedad más humana"
Licda. Sheila Martínez, Santo Domingo, RD – 29 de agosto de 2025
Santo Domingo Este..Vivimos tiempos de caos y desconcierto. La violencia, los robos, los atracos, y los crímenes dentro de los hogares, que antes se consideraban raros o aislados, hoy parecen ser una constante en nuestras calles y corazones. Este fenómeno, lejos de ser una simple crisis de seguridad, es un reflejo de algo mucho más profundo y preocupante: una crisis espiritual que nos afecta a todos.
En medio de esta creciente ola de desesperanza, surge una reflexión urgente: la raíz de los males que hoy nos sacuden no es solo económica ni social, sino espiritual. La falta de temor a Dios, de amor verdadero y de conocimiento en Su Palabra ha generado un endurecimiento del corazón humano, lo que nos ha hecho perder nuestra capacidad de sentir por el prójimo, de empatizar, y de vivir con un propósito de paz y justicia.
La ausencia de Dios: la raíz de los males sociales
Nos preguntamos, ¿cómo es posible que en nuestra sociedad actual los actos de violencia se conviertan en algo tan común? ¿Cómo es posible que un hombre o una mujer pueda atentar contra la vida de sus propios hijos, padres, pareja o hermanos? Este tipo de tragedias no solo nos afectan como individuos, sino que reflejan un profundo vacío espiritual en el corazón del ser humano.
La falta de un entendimiento real de lo que es el temor de Dios, el respeto profundo hacia su voluntad, nos ha llevado a perder los valores fundamentales que nos hacen humanos. La violencia no es solo un síntoma de pobreza o ignorancia; es una manifestación de un corazón insensible y distante de los principios de amor y misericordia que Dios nos enseña.
La sabiduría divina como solución
La Biblia, como guía espiritual y moral, nos ofrece respuestas claras sobre el origen de nuestros problemas y cómo restaurar el equilibrio en nuestras vidas y en nuestra sociedad. Nos recuerda que:
“El principio de la sabiduría es el temor de Jehová; los insensatos desprecian la sabiduría y la enseñanza.” (Proverbios 1:7). Este versículo nos invita a comprender que, sin el temor de Dios —un respeto reverente por su voluntad y sus enseñanzas— el ser humano pierde el camino de la sabiduría y la verdad.
“El que no ama, no ha conocido a Dios; porque Dios es amor.” (1 Juan 4:8). Este pasaje resalta que el amor verdadero no puede existir sin la presencia de Dios en nuestros corazones. Si estamos vacíos de Su amor, nos convertimos en personas incapaces de ver la dignidad y el valor en los demás.
“Y os daré corazón nuevo, y pondré espíritu nuevo dentro de vosotros; y quitaré de vuestra carne el corazón de piedra, y os daré un corazón de carne.” (Ezequiel 36:26). Este versículo es una promesa de transformación. Solo Dios puede cambiar nuestros corazones endurecidos por el egoísmo y el dolor, dándonos un nuevo espíritu, lleno de compasión, empatía y amor hacia los demás.
Recuperando la sensibilidad humana a través del arrepentimiento
La raíz de la crisis que vivimos no es solo económica ni cultural, sino profundamente espiritual. Cuando nuestros corazones se endurecen, dejamos de percibir el sufrimiento de los demás y, sin esa sensibilidad, no hay límites para lo que estamos dispuestos a hacer. La violencia, la indiferencia, la injusticia y la destrucción se alimentan de corazones insensibles, que se han alejado de los principios de Dios.
Por eso, es urgente un regreso a lo esencial: a Dios. El temor de Dios no es miedo, sino un profundo respeto y reverencia por Su voluntad, que nos lleva a vivir en armonía con los demás y con nosotros mismos. Este es un llamado a toda la humanidad, especialmente a los dominicanos, a que volvamos a buscar la paz interior y la paz colectiva a través de una vida guiada por los principios divinos.
Un llamado a la restauración de nuestra nación y del mundo
La situación actual de nuestra sociedad no es irreversible. Es posible sanar nuestra tierra y restaurar lo que está roto. La Biblia nos enseña que, si nos humillamos ante Dios y nos arrepentimos de nuestros malos caminos, Él escuchará nuestras oraciones, perdonará nuestros pecados y sanará nuestra nación:
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos; entonces yo oiré desde los cielos, y perdonaré sus pecados, y sanaré su tierra.” (2 Crónicas 7:14)
Este es el momento de recuperar nuestra sensibilidad humana, esa que solo puede surgir de un corazón transformado por el amor de Dios. Solo cuando abrimos nuestras vidas al amor divino, podremos detener la ola de violencia, restaurar la paz y sembrar esperanza en nuestras familias y comunidades.
El llamado es claro: despierta tu promesa. Es hora de devolverle al mundo la compasión, la paz y el respeto que necesitamos para vivir en armonía. No dejemos que la indiferencia nos venza, y volvamos al amor de Dios, que es el verdadero motor de una sociedad justa y humana.
Despierta Tu Promesa
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