La partida de nuestros padres es una herida abierta que nunca termina de cicatrizar, pero lo que ellos nos dejaron no es algo que se apague con el tiempo. El amor, las enseñanzas, los sacrificios que hicieron por nosotros, esa huella que dejaron en nuestras vidas, sigue viva. Aunque ya no podamos abrazarlos ni escuchar sus voces, su legado sigue presente en todo lo que somos y hacemos.
Mi consejo para ti es este: honra su memoria viviendo de acuerdo con lo que ellos te enseñaron. Cada uno de nosotros lleva dentro de sí las huellas de sus padres, los valores que nos inculcaron, las lecciones que nos dieron. Aunque ya no estén aquí físicamente, lo que nos dieron sigue guiándonos. Si tu padre y tu madre te enseñaron a ser valiente, sigue luchando por lo que crees, no importa cuán difíciles sean las pruebas. Si te enseñaron a ser generoso, busca siempre tender una mano a quien lo necesite. Si te enseñaron a amar, hazlo de forma incondicional, con la misma pureza y entrega con la que ellos te amaron.
El amor de un padre y una madre no muere nunca. Ellos siguen contigo, en la forma en que miras al mundo, en las decisiones que tomas, en la manera en que amas a los demás. En cada sonrisa que compartes, en cada paso que das hacia adelante, ellos viven. Ellos son las raíces que te sostienen, y aunque ya no puedas verlas, siguen siendo la base de todo lo que eres.
El dolor de la pérdida es profundo, pero ese dolor también es una señal de cuánto los amaste. Y aunque el vacío nunca desaparezca, lo que puedes hacer es llenar ese espacio con lo mejor de ti mismo. El amor que ellos te dieron fue un regalo que no se pierde. Cada día en que el sol brilla, en que el viento sopla, en que sigues adelante, es su amor el que te impulsa a seguir.
Si hay algo que siempre he aprendido es que la vida no espera. No siempre tenemos todo el tiempo que deseamos para expresar todo lo que sentimos, para decir "gracias" o "te quiero". Hoy, aunque nuestros padres ya no están físicamente, nunca es tarde para honrarlos con nuestras acciones. Vive con el amor y el valor que te dieron. Sigue adelante, porque aunque ya no puedas abrazarlos, ellos están en ti. Son parte de tu alma, de tu vida, de todo lo que eres.